El neo-marxismo tras Verónika Mendoza

El Perú ha sido campo de pruebas de todas las estrategias marxistas desarrolladas para la toma del poder, desde los últimos 85 años.

            Hemos tenido socialistas de diversas tendencias y partido comunista expresamente instalado, que ha co-gobernado o al menos crecido a sus anchas, a la sombra del poder de turno, en diversas circunstancias.

            En los años 20 José Carlos Mariátegui, la personificación del marxismo en el Perú, gozó de los favores financieros del gobierno de Leguía, para una larga estadía en Italia y visitas a Alemania, Austria, Bélgica, Checoeslovaquia y Francia.

            El gran enemigo del crecimiento del comunismo, fue el APRA (fascismo de izquierda), que conquistó en los años treinta la juventud y la organización sindical. En algo contribuyó también en alejar las masas del comunismo, en parte de ese mismo decenio, el presidente caudillista de corta existencia, el comandante Luis M. Sánchez Cerro y su partido la Unión Revolucionaria (fascismo de derecha).

            En los cuarenta, durante el primer gobierno del liberal Manuel Prado, apodado el “Stalin” peruano” (por la gran cercanía del partido comunista peruano, por orden de los soviéticos), los comunistas de entonces se beneficiaron con las dádivas del Estado.

            A lo largo de los cincuenta y de los sesenta, el partido comunista inicialmente pro-soviético, se fue desintegrando en una multitud de individualidades apartidarias y en minúsculos grupos, todos seguían haciendo su tarea: ideologizando y agitando sindicatos y estudiantes.

También se inauguraron otras líneas metodológicas: En 1962 los trotskistas con el cuzqueño Hugo Blanco, y el intento guerrillero en La Convención, asesinando a 3 policías, luego amnistiado por el gobierno socialista del general Velasco Alvarado. En 1963, auspiciados por Cuba, la guerrilla en Madre de Dios, encarnada en Javier Heraud (exalumno del Markham y de La Católica: un caviar guerrillero). En 1964 los pro-cubanos guerrilleros, personificados por José Agustín de la Puente Uceda, tras visitar países comunistas que exportadores de violencia, como China roja y la Cuba sangrienta de los hermanos Castro, fundó el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y desarrolló guerrillas en Mesa Pelada (Cuzco), siendo abatido. En 1965 se produjo otro intento guerrillero más.

Curiosamente, todos los sobrevivientes de estas huestes criminales, fueron amnistiados por los miliatres velasquistas y nos gobernaron. Sí nos gobernaron.

            1968 a 1975 será un período nefasto para el Perú: Nuestros militares se tornaron hacia el socialismo, golpearon y gobernaron con el partido comunista pro-soviético, sus asesores y funcionarios principales eran los guerrilleros que el general Velasco Alvarado amnistió. Durante este período se prepararon para el gran asalto guerrillero las huestes pro-pekinesas de Abimael Guzmán que nos desangrarán durante 15 años (1980-1995) y aún quedan “remanentes”, así como las escuadras guerrilleras del MRTA.

            La izquierda engordó y creció bajo el Estado durante el siglo XX. Y, ahora, para este proceso electoral, se presenta como una opción fuerte, con una soberbia de triunfadores, amenazando a la diestra y enfervorizando a la siniestra. Personificada en Verónika Mendoza, una cuzqueña-francesa, muy ideologizada, que porta en su programa de gobierno, en sus propuestas en plazas y en las personas de sus candidatos al Congreso, lo más vil de la política nacional, los antivalores peruanos, la negación del cristianismo y la incivilización más encarnizada.

            Si este fin de semana en el Perú sucede lo que Chesterton solía vaticinar para las democracias modernas, es decir, sin son más del 51% los electores “estúpidos” (la palabra es de Chesterton); habremos arrojado el país a las fauces del comunismo.

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