Venezuela la guarida del terrorismo en América

No es un secreto que durante el régimen de Hugo Chávez como el de su sucesor Nicolás Maduro el Estado venezolano ha protegido y financiado grupos extremistas que usan el terror y la violencia para evitar que se consume un mundo de libertades, sin restricciones ni censuras, despreciando así los valores clásicos occidente.

Estos grupos al igual que la dictadura cubana han ejerciendo mando y control de las fuerzas armadas venezolanas, desde las FARC y el ELN hasta Hezbolá ocupan importantes puestos en el ejercito venezolano, lo que ha permitido no solo ejercer control sobre la población venezolana, sino además desarrollar rutas con consentimiento chavista para movilizarse desde Venezuela hacia toda América; el régimen chavista ha entregando pasaportes a diversos miembros de estos grupos terroristas para que no puedan ser detectados en las fronteras de los distintos países que visitan, ya sea para establecer bases de operaciones o como escala para dirigirse a los Estados Unidos.

Recientemente se pudo comprobar que miembros del grupo terrorista ELN distribuían alimentos a la población en los estados fronterizos con Colombia, los mismos que entrega la dictadura de Nicolás Maduro a través de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), lo que permite corroborar que este grupo terrorista al igual que lo viene haciendo las FARC, ejercen control del cien por ciento de las fronteras venezolanas, pasando incluso por encima de las fuerzas armadas nacionales. Estos grupos son quienes reciben mayor parte del dinero producto de la extorsión y controlan el narcotráfico en la frontera con Colombia, actividad delictiva que acostumbraban realizar las fuerzas armadas venezolanas, las cuales están ahora al final de la cadena de mando, por lo que reciben muy poco del botín, aunque lo suficiente para seguir subordinados.

Por otra parte no solo la narcoguerrilla colombiana ha encontrado un fuerte aliado comarcal y financiero en la Venezuela, sino que también el extremismo islámico encontró un “ubicación geográfica privilegiada” para establecer una red de circulación que le permite movilizarse libremente por todo el continente americano en la búsqueda de dinero sucio para solventar sus atentados y su actividad militar en Medio Oriente.

Se hace imposible para el régimen chavista negar los nexos con Hezbolá y lo que esto implica, el narcotráfico, el lavado de dinero y el tráfico de armas es la principal fuentes de financiamiento de este grupo como del Estado venezolano, lo que los hace los socios perfectos, además del desprecio hacia los valores occidentales, cosa en la que coinciden el extremismo islámico y la doctrina comunista. Tareck El Aissami vicepresidente de la dictadura venezolana, acusado de narcotráfico internacional por los EEUU y al cual  la Eurocámara pidió que se le extendiera sanciones recientemente, es el delegado de Hezbollah en Venezuela y su principal ficha en el continente americano, llegó a desempeñar el actual cargo como vicepresidente tras acuerdos entre el grupo terrorista y el PSUV.

El Aissami desde sus inicios en la Universidad de los Andes guardaba estrecha relación con grupos extremistas y la narcoguerrilla, posteriormente con el ascenso al poder a través del chavismo fue encargado de la Oficina Nacional de Identificación y Extranjería de Venezuela, desde donde entregó decenas de pasaportes venezolanos a miembros de grupos terroristas. Hoy Hezbolá lo impulsa en su prensa oficial como el próximo ¨Presidente de Venezuela¨, calificandolo de “hombre fuerte en las sombras”.

Todo esto converge con los objetivo Geopolíticos del chavismo denominado la “Patria Grande”, mediante el Foro de Sao Paulo, la nueva Internacional comunista que critica al Estado de Israel pero no condena el terrorismo de Hamas, y que además asegura que el crecimiento del extremismo Islámico se debe a los ataques de Estados Unidos y de la Otan. Sin duda se ha creado una red de contención latinoamericana por parte de grupos de la nueva izquierda que han alcanzado el poder en las últimas dos décadas, con el fin de proteger y financiar al terrorismo, lo que deja en evidencia que estos han estado vinculados al extremismo, a la guerrilla y el narcotráfico desde su gestación hasta su ascenso al poder.

Ante la realidad, es evidente que la dictadura en Venezuela no solo representa un peligro para los venezolanos, sino también para la paz y seguridad de la región, del mundo, por lo que no solo es un derecho de las naciones intervenir sino un deber, con el fin de velar por la integridad del continente a través de una Operaciones de Paz.

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