Si la sal se corrompe, ya no sirve para nada

La marrullería y los melindres hipócritas de la “Alta Política” están haciendo estragos en la esperanza de los colombianos que no encuentran una salida viable al desfiladero al cual nos están conduciendo Santos, sus amigos los tiranos Castro y los sanguinarios cabecillas de las FARC.

El Centro Democrático germinó como la opción real del cambio que necesitaba Colombia, igual que el Partido de la U había surgido con ese mismo ideal. Y en ambos partos ha estado siempre sembrada la cizaña de la traición y la piratería electorera. El nacimiento de la U estuvo contaminado por la inclusión de todos los politiqueros de oficio tradicionales y, por supuesto, por Juan Manuel Santos, el traidor mayor que llegó al uribismo llevado de la mano por el ala marxista que siembre ha revoloteado alrededor de Álvaro Uribe Vélez, justo después de la orden que el ilustrado alcahueta de criminales, Gerardo Molina, dio a sus más aventajados seguidores. “No se le despeguen a ese muchacho -les dijo mientras señalaba al joven y talentoso Uribe- porque él llegará a tener mucho poder”. Y así fue.

Luego de sufrir la traición de Santos, se creó el Partido Centro Democrático cayendo en el mismo error. Viejos politiqueros, corruptos y cómplices de la miseria que sufre Colombia, estuvieron en la fundación del CD y pusieron sus fichas en las listas para elecciones al mismo tiempo que, usando las mismas jugadas turbias de siempre, se apoderaron del manejo del partido, sacaron a patadas a los defensores de la política de seguridad democrática y, usando la misma estratagema diseñada para Juan Manuel Santos, inocularon en la nueva esperanza el virus maldito. Cual caballo de Troya, fueron llegando al CD, para ocupar puestos privilegiados, estafadores, asesinos y secuestradores indultados, relacionados con la mafia narcotraficante, ladrones de vieja data vestidos como caciques electorales, comunistas de todas las raleas que desde el mismo momento de la fundación del CD ya tenían montada la estrategia para apartar a quienes deseaban un cambio real para el triste destino de la patria.

Álvaro Uribe fue engañado la primera vez, con Juan Manuel Santos. Sus asesores, aprovechando la ingenua y natural inclinación de Uribe a pensar que todo el mundo es bueno, lo habían conducido a apoyar el indulto de los más sanguinarios homicidas que barrieron con la democracia y la justicia en el Palacio de Justicia; lo llevaron a creer que dentro de cada comunista habita un pequeño demócrata ansioso de equidad social, lo condujeron al despropósito que hoy el mismo presidente Uribe reconoce como un grande error que jamás volvería a cometer.

Porque solo hay dos maneras para evitar cometer errores: atendiendo a la experiencia de la historia, o a los golpes. Y la historia nos ha revelado, una y otra vez, que los comunistas, así finjan “suavizar” sus posiciones fanáticas, buscando no ser acusados de favorecer las dictaduras de izquierda, en realidad se disfrazan de derechas buscando tener ese salvoconducto para seguir combatiendo más eficazmente los esfuerzos de las naciones por salir del yugo del engaño comunista del Foro de Sao Paulo. (2)

Al cambiar de puesto, al disfrazarse de derechas, el marxista gana la credibilidad de los anticomunistas mediante un discurso genérico en contra del comunismo y su doctrina, al mismo tiempo que, bajo su disfraz de derechas, apoya el verdadero proyecto comunista del Foro de Sao Paulo engrandeciendo a los candidatos de su criminal proyecto político.

Yo no tengo la más mínima duda de que quienes se hacen llamar como “la izquierda democrática uribista” forman parte de este agazapado grupo de marxistas que trabajan laboriosamente para imponer el modelo socio político de Marx en Colombia. Fue “la izquierda democrática uribista”, hay que recordarlo, la que llevó a Juan Manuel Santos a las cercanías de Álvaro Uribe. Y es esa misma “izquierda democrática uribista” la que le está vendiendo la idea al pueblo colombiano de que Iván Duque es el presidente que todos necesitamos.

Iván Duque se ha proclamado en muchas reuniones como un “convencido socialista”, alguien de “centro izquierda”, que presenta al también comunista del MOIR y miembro destacado del Foro de

Iván Duque y Jorge Robledo

Sao Paulo, Jorge Enrique Robledo, como su gran amigo y compañero de “muchos proyectos en común”, según nos relataron varios entrevistados que conocen bien a Duque, y como él mismo lo reconoce al asegurar que admira y respeta profundamente a personajes tan siniestros como Jorge Iván Ospina, Claudia López y Luis Fernando Velasco. (3)

Obviamente, que un uribista como Duque diga que admira a marxistas antidemócratas como estos señores, crea en la mente de lo escuchas la idea de que si un hombre de “derechas” como creen que es Duque, los admira, es que los marxistas son obligatoriamente buenos. Ya lo mencionamos, esta es una de las técnicas que usan aquellos benefactores del proyecto totalitarista de izquierdas.

Lo cierto es que Iván Duque es viejo y estrecho amigo de Juan Manuel Santos, con quien viene trabajando desde que éste era ministro de Hacienda de Andrés Pastrana, la misma época en que Santos le hacía los mandados del Caguán a los tiranos Castro.

Tan cierto es que sigue trabajando para los intereses de Santos y la subversión, que fue quien urdió el apoyo a su también amigo, Fernando Carrillo, para ser nombrado como Procurador General. Luego de reuniones secretas con Carrillo, a las cuales asistieron Ernesto Macías y Honorio Henríquez, se encargaron de convencer a Álvaro Uribe de las ventajas de apoyar a Carrillo. Consiguieron que todos los senadores, excepto tres congresistas que votaron en blanco (que estoy seguro de que eran del Centro Democrático) eligieran casi unánimemente al amanuense del capo Pablo Escobar Gaviria. Y eso lo asegura la misma revista Semana.

Fernando Carrillo llegó a la vida pública como mandadero de los bandidos del M19, que usaron su condición de “estudiante independiente” (a pesar de que era de las juventudes galanistas, tan cercanas al ELN) para promover la “séptima papeleta” que les garantizaría una Constitución a medida a los narcoterroristas. Cosa que llevó a cabo con éxito. Como ministro de Gaviria sirvió a Pablo Escobar, mecenas de los grupos marxistas terroristas, construyéndole la mansión (a la que llamaron “cárcel”) de La Catedral, en donde también se contribuyó a la fuga del capo. Carrillo estuvo también involucrado en escándalos de corrupción relacionados con contratistas de armas, y se vio envuelto en un episodio grotesco en el cual sus amiguitos de rumba gay asesinaron a un humilde celador. Como ministro de Justicia, Carrillo usó todo su poder para aplastar a quienes intentaron develar el crimen. Fue ministro del Interior de Santos y luego embajador en España, a donde fue enviado para buscar apoyo para el proceso con las FARC. (4)

Al senador Iván Duque le envié hace casi 15 días un mensaje preguntándole por su amistad con Santos, Robledo y Ospina, por su ideología de izquierda y por las razones de su apoyo al lóbrego y tenebroso Carrillo para que dirija nada menos que la Procuraduría general de la Nación, una entidad que, de esta manera, quedará bajo el control de La Habana y a disposición de las pretensiones de las FARC.

Hay voces suspicaces en el interior del Centro Democrático que me aseguraron -off the record- que el ala izquierdista del Centro Democrático está catapultando la candidatura presidencial de Iván Duque solo para allanarle el camino a Sergio Fajardo, otro de la cochada izquierdista, a la presidencia de Colombia. Nada de extraño.

César Gaviria e Iván Duque

Porque no hay otra manera de entender que Fernando Carrillo, íntimo amigo de los más enconados enemigos de Álvaro Uribe, como Daniel Coronell, César Gaviria y Ernesto Samper, haya conseguido a través de Duque que el expresidente apoye una vez más a quienes le están tejiendo la mortaja.

El precio que algunos hemos pagado por defender la democracia y la verdad, es demasiado alto como para callar ante estas inmoralidades de lo que se ha dado en llamar como “alta política”. Hemos sufrido, más que muchos, los ataques de los enemigos de la patria y nos metimos a fondo en la creación de esa nueva esperanza que se llamó “Centro Democrático”, como para que nos obliguen a guardar silencio usando el conjuro marxista de “obediencia ciega” a lo que ordene el partido.

Pues no. Como miembro fundador del Centro Democrático, como víctima de la “alta política” del ala izquierdista del mismo partido, y como vocero de millones de colombianos cansados de la politiquería de nuestros representantes, protesto por las prácticas de cofradía mafiosa que se están apoderando del CD. El privilegio que se les confirió de ser voceros de los seguidores de la política de seguridad democrática lo están malversando en aras de alianzas con bandidos buscando quién sabe qué beneficios en pactos tan ocultos como vergonzosos. (5)

Cuando se abandonan los principios, cuando se alquilan las conciencias y cuando, a cambio de puestos y contratos -o lo que sea-, se apoyan bandidos para que sigan cometiendo su pillaje desde puestos de autoridad pública, no hay que guardar silencio. Hay que protestar enérgicamente.

Iván Duque recibiendo el premio al liderazgo, de manos de Alejandro Santos

Que la cultura del avivato y del tramposo se esté apoderando del partido que debería dar muestras irrefutables de pulcritud, es tan lamentable como condenable.

Que el senador Duque, quien fue parte de la fundación Buen gobierno, otro de esos focos de cabildeo profarianos que bajo el disfraz de centros de pensamiento hacen lobby y presión a favor de los bandidos, haya promovido y logrado el apoyo de bancada del Centro Democrático al “camarero de Pablo Escobar”, es muestra de qué tan mal estamos y hasta dónde el hongo de la podredumbre ha penetrado a quienes aseguran representarnos.

Y tan funambulesco es este espectáculo, que Iván Duque, luego del éxito en su gestión logrando la elección del “camarero de Escobar” como Procurador General, recibió el premio como “mejor líder de Colombia” junto al comité de negociadores de La Habana, Humberto de La Calle Lombana, Frank Pearl, María Ángela Holguín, Sergio Jaramillo Caro, Gonzalo Restrepo López, Roy Barreras y los generales (r) Jorge Enrique Mora y Óscar Naranjo.

Los jurados del premio, para que vean las calidades del reconocimiento, fueron César Gaviria Trujillo; Noemí Sanín Posada, Alejandro Santos Rubino, director de la revista Semana y sobrino de Juan Manuel Santos, y Elena Echavarría Olano, presidente del Consejo Directivo de la Fundación Liderazgo y Democracia, donde tiene sus intereses el patrocinador de la subversión, George Soros. Y la misma Fundación de la señora Echavarría, fue fundada por Hernán Echavarría Olózaga furibundo admirador del modelo cubano y la socialista reforma agraria de Carlos Lleras. (6)

La Fundación Liderazgo y Democracia, que otorga el premio, tiene entre sus “aliados”, a la universidad de los Andes, Fundación Ford, Revista Semana y La Silla Vacía (es decir, George Soros). Yo con yo, como dirían algunos.

El premio dado al senador Duque tiene un desagradable tufillo a regreso de favores.

Así, gracias a estas maniobras, el abnegado pueblo colombiano, ese que rechaza a Santos y sus complicidades, está condenado a la postración y el desencanto.

Cuando la sal se corrompe ya no sirve para nada, dice el sermón de la montaña

@ricardopuentesm

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